Cada vez más escasos, es todo un reto encontrar árboles antiguos en nuestros paisajes. Árboles con varios cientos de años, pero sobre todo de gran tamaño, auténticos monumentos naturales. Son el soporte de una gran biodiversidad, formando un pequeño ecosistema donde sobreviven innumerables organismos. Albergan varias especies de hongos, líquenes, invertebrados, aves, murciélagos y otros mamíferos, etc.
Un árbol antiguo puede reunir en sí mismo una comunidad de especies especializadas en madera muerta, ya sea en un árbol aún vivo o en uno muerto. Son árboles fundamentales para la preservación de la biodiversidad.
Los árboles antiguos, con un crecimiento saludable, mantienen copas grandes y ramas bajas que se extienden casi hasta el suelo.
Tienen la capacidad de secuestrar mucho más carbono que los árboles más jóvenes, contribuyendo así a la mitigación del cambio climático.
Tienen la capacidad de procesar grandes volúmenes de agua, manteniendo los acuíferos funcionales durante todo el año.
Tienen la capacidad de inspirar y despertar la creatividad humana en diversas facetas artísticas.
Los árboles antiguos o gigantes verdes deben gestionarse y protegerse para que permanezcan vivos el mayor tiempo posible.
Los árboles antiguos son muy valiosos. Hay pocas cosas en la Tierra que alberguen una comunidad tan rica de vida dentro de un solo organismo vivo.
David Attenborough







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